Se inicia la andadura comercial del iPad, que llega dispuesto a cambiar, en forma y fondo, como utilizamos un ordenador personal: desde hacerlo con los dedos hasta nuevos enfoques en ver, escuchar, leer o compartir información, ideas o conocimiento… Un desafío a lo establecido, a lo convencional que, estoy seguro, va a contribuir al éxito de la compañía de la manzana tanto como a que el resto de la industria del PC y de las TIC renueven unos equipos, unas aplicaciones y, en definitiva, unas propuestas un tanto acomodadas y demasiado ancladas en la informática del siglo pasado y en lo mucho que han recibido de Internet y el uso intensivo de aplicaciones basadas en la red.
El iPad va a ser el primer dispositivo de una nueva generación que revolucionará o, al menos, forzará una gran evolución secundada en tiempo y logros por la industria de las Tecnologías de la Información. El nuevo equipo de Apple va a marcar un antes y un después en las propuestas de los fabricantes de informática personal, tanto de los de hardware como de los de software y servicios.
Cierto que ahora es el momento de la locura. De ver lo que hacen los fieles seguidores de Apple y de los mandamientos de su CEO, Steve Jobs, definitivamente reconocido como el más carismático y con mayor prestigio de todos los grandes nombres de esta industria. Jobs y su equipo han sabido, a lo largo de 30 años, ofrecer seducción y apasionar empaquetando productos y tecnologías TI como nadie: desde los pioneros Apple II y Mac, a los contemporáneos iPod e iPhone. Una acogida en respuesta a como han transformado las máquinas y el uso que hacemos de ellas. Desde la maquetación, a la que captó mayoritariamente con la ayuda de aplicaciones como Pagemaker; hasta la utilización de un móvil, como el iPhone, que para lo que menos se usa es para comunicaciones de voz.
Con el iPad, Apple se va a consagrar como la compañía que mejor hace los dispositivos TIC que deseamos tener, por encima de necesidades y de otros planteamientos como tecnología aplicada o libertad de elegir aplicaciones o proveedores.
A pesar de críticas y detractores, que tiene y que merece, las primeras proyecciones del iPad son abrumadoras: pedidos de más 250.000 unidades, estimaciones de que podrían venderse 5 millones en 12 meses o la multiplicación de las más de 150.000 aplicaciones hoy disponibles en la App Store; la tienda de software online y otra gran revolución del paradigma TI de Apple.
Pero una vez pasada la locura de los incondicionales de la marca, como el cofundador de Apple, Steve Wozniac, que nos recomienda encarecidamente el nuevo invento de la factoría Jobs, asistiremos a un apasionante cuerpo a cuerpo de la oferta y la demanda. Grandes y pequeños suministradores no van a rendirse al iPad y seguro que responderán con algo más que con cosméticas generaciones de tablet PC o más netbooks con Windows 7, WiFi y media centers. Muchos esperamos grandes cosas de los HP, Toshiba, Dell, Acer o Lenovo y, no nos olvidemos, de aportaciones de Microsoft y de los desarrolladores desde las bandas del software y los servicios online… Una seria y profunda ‘pensada’ que va a venirnos muy bien a todos y que se traducirá en hechos e innovación, como los que hay que reconocerle a Apple y al iPad.
Y no simples argumentaciones existenciales sobre la arquitectura o el diseño del nuevo Apple: un sistema cerrado con tecnología propietaria, procesador y sistema operativo propios y controlado todo y sólo por Apple; un control absoluto que la marca considera necesario para proporcionar prestaciones y la mejor experiencia de usuario. Quizá un error en los tiempos de la libertad de elegir, opinar, comunicar y compartir, aunque también es posible que a Apple se le permita porque no intenta disimularlo sino que reclama esa integración vertical a cambio de rendimiento y de ofrecer un dispositivo mágico y revolucionario.
Sea por lo que sea, el modelo de negocio es para descubrirse: hace dinero y se realimenta. En torno al 30 por ciento de lo que los usuarios se gastan en contenidos y aplicaciones es para Apple con lo que, a diferencia del resto de los fabricantes de PCs, lo mismo que con los iPod e iPhones, cada iPad vendido producirá ingresos recurrentes a Apple a través de las App Stores, alimentadas a su vez por y el ecosistema de desarrolladores especializados en suministrar aplicaciones y contenidos y, en definitiva, en enriquecer y dar valor a los productos Apple. Un ecosistema en el que confían editores de software, proveedores de contenidos y usuarios, que ahora, con el iPad, se encuentra con nuevas capacidades y oportunidades.
¿Qué va a pasar mañana?
Sin duda que el mercado de los tablet PC eclosionará con enorme fuerza impulsado por Apple y, también, por sus competidores: en pocos años habrá mil millones de estos dispositivos funcionado en todo el mundo y serán tan personales, populares y utilizados tan masivamente como los móviles de hoy en día. Apple tiene esa visión y no va a dar mucho tiempo de reacción a sus competidores: antes, a finales de año, para Navidades, llegarán nuevos iPad con diferentes formatos de pantalla: uno pequeño, tipo libro de bolsillo, y otro grande, con pantalla de 17 pulgadas.
Pero si hay que subrayar algo es que a fecha de hoy sólo sabemos una pequeña parte de cómo se puede utilizar los iPad y sus semejantes: y que en la otra banda, la de los usuarios, cientos de millones esperamos nuevas aplicaciones que incorporar a las que hoy conocemos. Basta recordar que en dos años, la App Store del iPhone cuenta con 150.000 aplicaciones y ha superado los tres millones de descargas.
Con el iPad empieza una nueva era en la informática personal. Todo un acontecimiento para esta industria que este año puede lograr una cifra de negocio de más de 2.500 millones de dólares y disparar el prestigio y los ingresos de Apple con crecimientos en torno al 50 por ciento. Lo dicho: con el iPad se inicia una nueva etapa en aquella revolución de la informática personal, que empezó con el Apple II y se consolidó con el IBM PC y sus compatibles, llegando a todo y a todos gracias a otra gran revolución: la de Internet y las comunicaciones IP. Y atentos que en aquella informática personal de los años 80, Apple fue pionero y calentó el horno, pero fue IBM y los fabricantes de PCs compatibles los que se comieron el pan. ¿Se repetirá la historia?