Necesitamos Economía de la Innovación

Curada en salud, las TI parecen haber descontado toda la crisis, la pasada y la que tenga que venir. Según pronostica el observatorio EITO, mientras el país se esfuerza en superar la recesión, las TIC van a crecer en torno a un 2 por ciento en España, una vez más impulsadas por software y servicios. El sector alcanzará la respetable cifra de los 17.800 millones de euros, que quizá no sea tan significativa en términos de contribución al PIB, pero hay que tener en cuenta que esos 17.800 millones en soluciones TI van destinados en buena parte a hacer más eficientes y productivas nuestras empresas.
Como bien me señalaba Sebastián Muriel, director general de Red.es, ese indicador de crecimiento del mercado de la tecnología demuestra el que las empresas reconocen el valor de las TI a la hora de impulsar ahorros en los costes, mejoras en productividad y eficiencias a pesar de las intensas presiones que están soportando en materia financiera.
Hay que resaltar que sean las empresas en general, y la Administración Pública en particular, las que más tiren del carro; unas convencidas de que las TIC son la mejor medicina para gestionar con éxito la crisis, mientras que el sector público, un tanto ajeno a coyunturas económicas, tiene la obligación de avanzar en su modernización y cumplir con retos como el de la Ley 11/2007 que va a transformar las relaciones del ciudadano con la administración y, seguramente, a las propias AAPP.
Aunque todo esto suene a teoría, hay que esforzarse para acabar con las sombras y el desánimo. No va a ser fácil, no lo está siendo para casi nadie... A pesar de las expectativas y las oportunidades, la contienda va a ser dura porque la situación financiera de las empresas sigue siendo todo menos buena y, ante ello, los suministradores de TI van a tener que seguir impulsando iniciativas que ayuden. Las grandes ya tienen programas para financiar proyectos: HP, Fujitsu Technology Solutions y Microsoft, entre otras, se han comprometido a destinar recursos y a asumir riesgos. En definitiva, a hacer lo que otros agentes, especialmente la Banca, acomodada en sus prácticas del siglo pasado, no quiere o no puede hacer.
Es la economía de la innovación que recomienda María Garaña, presidenta de Microsoft, convencida de que por esa vía no sólo se superan las crisis, sino que se aprovechan oportunidades y, lo más importante, se gana en productividad y en competitividad, que buena falta nos hace.
Y no nos paremos ahí. Puede que la coyuntura obligue a decisiones valientes, como las de Microsoft, de financiar proyectos TI de cualquier color y marca, no sólo los relacionados con sus productos y servicios: así se ayuda, en las duras, a clientes y partners a salir adelante, inventando y arriesgando. Pero, insisto, no nos detengamos una vez que acabe la tormenta e impulsemos esa reflexión que también propone María Garaña sobre procesos y modelos de negocio hasta ahora imperantes y, a todas luces ineficientes. Modelos que han llevado a grandes titulares, pero que donde hay que mirar y actuar es en lo cotidiano, en nuestras empresas y quehaceres diarios que son manifiestamente mejorables, porque sobre sus ineficiencias salen aquellos lodos tan sonados como escandalosos.
A punto de empezar la temporada veraniega más incierta de los últimos tiempos, hagamos examen de conciencia y propósito de la enmienda y superemos esa pesadumbre que amenaza. Contribuyamos a construir unas nuevas buenas prácticas empresariales y profesionales que ayuden a nuestro país a salir no ya de una crisis, sino de esa posición tan penosa que es ser el farolillo rojo de la competitividad entre los países avanzados.
Las TIC pueden ayudar mucho, pero todavía no hacen milagros. Todos los agentes, asociaciones, sindicatos, trabajadores y, por descontado, el Gobierno tienen una oportunidad –y una responsabilidad-, seguramente única, de hacer por nuestro país mucho más de lo que cualquier otra generación haya hecho en el pasado. Y con muchos más medios. Acomodarse entre la multitud a ver pasar el desfile sería mucho más que simple incompetencia, sería una injusticia, un delito que no merecen los ciudadanos de hoy ni nuestra sociedad del mañana.

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